Hace un mes ya os mostré cómo se las gastaba el hijo de Harri Rovanperä, ahora le toca el turno a otro "pequeñajo". Aunque no es hijo de un popular piloto, parece que en el biberón le ponían gasolina. Resulta que están padre e hijo en el desierto con un buggy y el padre le deja al chaval que conduzca el coche, no sin antes advertirle que tenga cuidado y que siga todas las instrucciones que le ha dado previamente para conducir, a lo que el chico contesta afirmativamente.
Arranca el niño, al que el padre le ha puesto unos cojines en el respaldo para poder llegar a los pedales, y tras varias una toma de contacto, realiza una pasada gas a fondo con el buggy levantado apuntando hacia el cielo que corta la respiración. Lo mejor de todo es que cuando el chaval regresa, le pregunta al padre: "¿lo he hecho bien?", a lo que el padre le responde: "si, si, muy bien". ¿No querrá adoptarme este señor?
Arranca el niño, al que el padre le ha puesto unos cojines en el respaldo para poder llegar a los pedales, y tras varias una toma de contacto, realiza una pasada gas a fondo con el buggy levantado apuntando hacia el cielo que corta la respiración. Lo mejor de todo es que cuando el chaval regresa, le pregunta al padre: "¿lo he hecho bien?", a lo que el padre le responde: "si, si, muy bien". ¿No querrá adoptarme este señor?